
©Ezequiel Barakat
La ventana.
Sobre la tierra juegan las manos a saberse vivas. Toco, palpo el polvo rebosante de muertos, saboreo la ínfima porción de humedad que expele este suelo agotado por siglos de arados y de bueyes y de huellas y lanzo, con una fuerza que creía desconocida, un puñado de tierra en dirección al cielo.
Desde una ventana, sola, líquida, protegida por el sol que fulmina la tarde, me observa, esboza una pálida sonrisa, baja la mirada y entorna la persiana para seguir durmiendo.
Ezequiel Barakat.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario